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Autor: Stig Dagerman

Editorial: Mar y Tierra

Reseña: Tan breve como poderoso, este texto es una suerte de testamento vital –escrito dos años antes de suicidarse- de uno de los escritores más lucidos de la segunda mitad del siglo xx, además de una magnífica puerta de entrada al resto de su obra.

 

"[...] Estoy desprovisto de fe y no puedo, pues, ser dichoso, ya que un hombre dichoso nunca llegará a temer que su vida sea un errar sin sentido hacia una muerte cierta. No me ha sido dado en herencia ni un dios ni un punto firme en la tierra desde el cual poder llamar la atención de Dios; ni he heredado tampoco el furor disimulado del escéptico, ni las astucias del racionalista, ni el ardiente candor del ateo. Por eso no me atrevo a tirar la piedra ni a quien cree en cosas que yo dudo, ni a quien idolatra la duda como si esta no estuviera rodeada de tinieblas. Esta piedra me alcanzaría a mí mismo, ya que de una cosa estoy convencido: la necesidad de consuelo que tiene el ser humano es insaciable. [...]". 

 

Stig Dagerman (Älvkarleby, 1923 - Enebyberg, 1954). Nacido en la Suecia rural de principios del siglo xx, a los 11 años se trasladó definitivamente a Estocolmo. Militó desde muy joven en los círculos anarcosindicalistas suecos y escribió para su prensa. Se integró en la sección juvenil de la Sveriges Arbetares Centralorganisation (SAC), a la que pertenecía su padre desde 1920. Entre los 21 y los 26 años escribió cuatro novelas, cuatro piezas de teatro, una colección de novelas cortas y un gran número de artículos, crónicas y reportajes. Influido por los novelistas estadounidenses de los años veinte, publicó la novela La serpiente (1945), que reflejaba la ansiedad y el temor resultantes de la II Guerra Mundial. En 1946 emprendió un viaje por la Alemania destruida como corresponsal del Expressen. En 1954 se suicidó dando lugar al mito del escritor joven, brillante y melancólico.

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable

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