Autor: Miguel Hernández
Editorial: Universidad de Valparaíso
Reseña: Miguel Hernández (1910-1942) es, él mismo, "un rayo que no cesa" de la poesía. Perito en las formas clásicas de la gran poesía española del siglo de oro español, a las cuales les infundió humanidad, tragedia. muerte y vida. El pastor de Orihuela que se subía a los árboles cuando niño, nos hace ascender con él a las cimas del sonido y el sentido, ahí donde habían llegado San Juan de la Cruz, Quevedo y Góngora. Supo nombrar y describir el dolor humano como pocos lo han hecho en poesía: «No hay extensión más grande que mi herida / lloro mis desventuras y sus conjuntos / y siento más tu muerte que mi vida».
Miguel Hernández (Orihuela, 1910 - Alicante, 1942). Pastor, poeta y soldado. Durante su infancia se dedicó a pastorear cabras junto a su padre. En ese entorno familiar en que la cultura era vista como un lujo y el nivel educacional era muy bajo, Miguel Hernández comenzó a escribir sus primeros poemas. Durante su estancia en Madrid entabló amistad con Vicente Aleixandre y Pablo Neruda, entre otros. El 24 de diciembre de 1934 fallece su entrañable amigo y compañero de ruta Ramón Sijé: de esa angustia y duelo surge la famosa «Elegía», poema emblemático de este poeta que -como ninguno de la lengua española- logrará expresar lo indecible del dolor y la pérdida, temas que lo acosarán siempre.
Durante la guerra civil combatió en las filas de la República, esta experiencia quedó plasmada en sus poemas. En la misma trinchera recitaba poemas a los soldados republicanos para alentarlos; su poesía fue siempre una poesía a viva voz, cara a cara con el rostro doliente del hombre. Murió en la cárcel de Alicante a los 32 años.
Entre sus libros destacan: Perito en lunas (1933), El silbo vulnerado (1934-1935), El rayo que no cesa (1936) y Vientos del Pueblo (1937), Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941).